
Estudiar idiomas viajando vs. estudiar en el país
Ventajas, límites y realidades detrás de dos formas de aprender una lengua extranjera
Estudiar un idioma viajando o viviendo en el extranjero permite una inmersión directa en el entorno lingüístico. El contacto cotidiano con hablantes nativos favorece la fluidez, la familiaridad con los acentos y el uso espontáneo de expresiones reales, más allá de lo académico. En poco tiempo, es posible incorporar vocabulario útil y mejorar la pronunciación, especialmente si el objetivo es comunicarse con rapidez. Sin embargo, este tipo de aprendizaje suele enfocarse en lo oral y, si no se complementa, puede dejar aspectos gramaticales y escritos en segundo plano.
Una alternativa para quienes no cuentan con los recursos suficientes para costear una estadía prolongada es el programa de Work and Travel u otras experiencias similares. Estas propuestas permiten trabajar temporalmente en otro país mientras se practica el idioma, generando ingresos que ayudan a sostener la experiencia. Si bien el aprendizaje puede no ser tan académico, resulta intensivo y práctico.
Por otro lado, estudiar en el propio país brinda un proceso más estructurado: se avanza por niveles, se repasan contenidos, se evalúan progresos y se trabaja tanto la comprensión como la producción escrita y oral. Aunque algunos estudiantes experimentan vergüenza al practicar en voz alta o no logran resultados inmediatos, esta modalidad permite sostener el aprendizaje a lo largo del tiempo, con costos significativamente más bajos y mayor accesibilidad.
Cada opción responde a contextos, tiempos y posibilidades distintas. La primera exige recursos económicos o esquemas como el Work and Travel. La segunda permite planificar a largo plazo y es alcanzable para más personas.
Algunas reflexiones para pensar
La idea de que viajar es la mejor forma de aprender un idioma refleja una verdad parcial, pero también una desigualdad profunda. Mientras algunos pueden acceder a estadías en el extranjero, otros solo encuentran alternativas como becas o programas de trabajo temporal. Y muchos dependen exclusivamente de los recursos educativos locales. El desafío está en no idealizar lo inaccesible, sino en exigir y construir espacios de enseñanza de calidad en todos los contextos. Valorar distintas trayectorias de aprendizaje es también una forma de democratizar el conocimiento.
Este contenido, y las reflexiones aquí presentadas, se elaboraron con fines educativos de forma original para rosarioeduca.org.